martes, 23 de octubre de 2007

Volvió la magia



Tras varios intentos de regreso frustrados por las lesiones, Guillermo Coria volvió a la actividad en el Challenger de Belo Horizonte. Al igual que en su último torneo disputado hace 13 meses en Szczecin (Polonia), en Brasil, en el Pampulha Iate Clube, fue eliminado en primera ronda.
Pese a haber sido derrotado 6-3 y retiro (debido a un fuerte dolor en la cintura) por su compatriota Juan Pablo Brzezicki, fue importantísimo para el mago retornar a una cancha de tenis. De insertarse nuevamente en los primeros planos, el nacido en Rufino podría comenzar a recuperarse de una caída tenística que comenzó el 6 de julio de 2004, día en que perdió la final de Roland Garros con Gastón Gaudio.
Esa temporada había sido buena para Coria, ya que obtuvo dos títulos (Buenos Aires y Montecarlo) y llegó a cuatro finales (Hertogenbosch, Hamburgo, Miami y Roland Garros), pero luego del Grand Slam parisino se produjo el quiebre y terminó el año séptimo del mundo, cuando había llegado a estar tercero.
El 2005 había comenzado bien, con un aceptable torneo en Australia y con finales en Montecarlo y Roma, ambas perdidas frente al español Rafael Nadal. Arribó al Abierto de Francia con expectativas, pero el ruso Nicolay Davydenko lo eliminó en octavos. A esto le siguió perder en cuarta ronda de Wimbledon y tener un buen desempeño en el US Open, certamen en el cual fue derrotado en cuartos de final por el estadounidense Robby Ginepri. Ese año consiguió en Umag lo que es, hasta el momento, su último título.
El año pasado, su juego se vio plagado de imprecisiones y su rendimiento nunca fue el deseado.
El regreso de Coria es una buena noticia para el tenis argentino, que vuelve a tener en actividad a uno de los mayores talentos locales de los últimos años.



Gastón López.






lunes, 22 de octubre de 2007

Un señor dentro y fuera del campo de juego


En la historia, generalmente, se suele recordar a los más destacados por gusto o por intereses. Este no es el caso de Jorge Carrascosa, que, respetuoso, sencillo, y metódico, fue y es más que un jugador de fútbol, una persona que priorizó, siempre, el bienestar de su familia por encima de los intereses políticos, las presiones y los sentimientos pasionales equivocados que genera el fútbol.
Hoy, a los 59 años, "el lobo", como lo apodaban desde sus comienzos en la primera de Banfield, ha vivido intensamente la participación de su querido Huracán que retornó a Primera división en junio. "Me une un sentimiento muy profundo a este club, porque fueron siete años de mucho éxito, tanto a nivel personal como institucional", comenta Jorge, y agrega: "Huracán es de primera. Ojalá pueda volver a estar en lo más alto después de haber sufrido un deterioro tan grande en lo social y en lo económico. Además, las características del barrio, como su bohemia, la amistad y la familia, le da un matiz interesante que se había perdido en estos últimos torneos".
También, se siente orgulloso de su amigo Carlos Babington, presidente del club de Parque de los Patricios: "Ha sufrido mucho, siento satisfacción por él, ya que se ha iniciado en las inferiores, es hincha, ha vuelto como técnico y ahora es el presidente; sin duda, es un caso para emular". También tiene en cuenta que el lugar dejado por Antonio Mohamed en la dirección técnica va a ser difícil de reemplazar "Siempre las idas de los técnicos, sobre todo allegados a Huracán, las vivo con mucho dolor. Es un ídolo de la institución". Que su amigo Osvaldo Ardiles haya tomado las riendas del equipo lo tranquiliza, ya que le ha aportado al plantel la seguridad y la confianza necesaria que va a llevar al "Globo" hasta lo más alto de la tabla
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Un equipo que quedará en la retina de los más viejos



Cada vez que se escucha a los más grandes hablar de fútbol, hay un equipo que no pasa desapercibido: el Huracán del ´73, el sexto grande.
Un joven César Luis Menotti, de 34 años, comenzó en 1972 a conformar lo que sería un equipo vistoso, en el que un año más tarde haría su aparición por la izquierda el defensor Carrascosa.
En 1970, al oriundo de Burzaco, tras regresar de su luna de miel, le informaron que había sido vendido a Rosario Central. Con el club "canalla" consiguió un subcampeonato en el Nacional ´71. Un año más tarde, fue pedido por Menotti para terminar de modelar la defensa del "Globo", que tenía en Alfio Basile y Nelson Chabay la experiencia, en Francisco Russo un cinco importante para el esquema defensivo, y una delantera que le daba brillo y color al ataque de "Los Quemeros", integrada por Miguel Brindisi, Babington, Roque Avallay, Omar Larrosa y René Houseman. Por su parte, Carrascosa le aportó inteligencia, prestancia y precisión en el juego.
"Ese equipo logró lo que todos quieren ver: no sólo el Metropolitano ´73, también, goles y el placer de ver buen fútbol", remarca el ex jugador.
La década del ´70, para Carrascosa, tiene otro recuerdo imborrable: la selección nacional. Convocado por Juan José Pizzutti a principios de 1970, comenzó a recorrer el camino de la albiceleste. Un camino que lo llevaría a participar del Mundial de Alemania 1974: "Fue una experiencia inigualable. Si bien teníamos un gran equipo, seleccionados como el holandés, nos tomaron por sorpresa", y resalta: "Eran una máquina. En ese 4-0, nos desbordaron por todos los sectores del campo. Todos atacaban y defendían. Merecían ser campeones y nosotros, recibir más goles".
Esa experiencia mundialista fue un quiebre en la historia del combinado nacional. El nuevo técnico de la selección, Menotti, fue el personaje que a partir del ´74 le daría una identidad, el trabajo, la organización y la jerarquización que actualmente sigue teniendo la Argentina. En ese proceso, Carrascosa, que fue apadrinado por Menotti como uno de los líderes del equipo, le otorgó la cinta de capitán. Ese derecho lo tuvo hasta 1978, previo al Mundial que se disputó en Argentina. "El Lobo" decidió retirarse de la selección por voluntad propia.
"En ese momento el rol que había asumido como representante del equipo no lo podía hacer. Viví muchas cosas que desvirtuaban la esencia del deporte", afirma Carrascosa. Además, justifica que su decisión se ha debido a un cansancio mental, y aclara que no fue como consecuencia de la situación política que vivía el país con el gobierno de facto.
Jorge Carrascosa, con su voz firme y segura, tuvo varios logros deportivos, pero lo más importante para él fueron las satisfacciones a nivel humano que logró a traves del fútbol, una actividad que realmente ama.


sábado, 6 de octubre de 2007


ESTOS SOMOS NOSOTROS A LAS 5.30 HS.,
LOS CREADORES DE ESTE GRAN BLOG DEPORTIVO

viernes, 20 de julio de 2007

Cuando Hitler perdió por nocaut

Hasta dónde puede llegar el deporte. Cuáles son los límites, por ejemplo, del boxeo. Las cifras increíbles que se manejan en premios muestran a las claras que, desde hace mucho tiempo, ha dejado de ser una actividad para los momentos de ocio. Pero también el deporte fue y es utilizado por quienes manejan el poder para transmitir señales e ideologías.

En 1938, un año antes de que los tanques alemanes invadieran Polonia y se desatara la Segunda Guerra Mundial, el canciller alemán Adolf Hitler intentó, como ya lo había hecho antes con los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, que un simple combate se transformase en la muestra irrefutable de que el mundo estaba separado en razas, y que la Aria, la de los blancos, era la superior.

Por eso los setenta mil espectadores que colmaron el Yankee Stadium sabían que no iban a ver sólo una pelea. Era mucho más que una pelea porque en una esquina estaba Max Schmeling, el alemán que, aún sin quererlo, representaba de alguna forma a los ideales nazis, y en la otra esquina estaba el norteamericano Joe Louis, de tez negra.


El clima estaba enrarecido. Max Schmeling fue hostigado por los espectadores, quienes lo calificaban de nazi. Tal vez no sabían que el alemán nunca quiso alistarse a las filas del Reich y desconocían que, tras vencer a Louis en 1936, le había negado al Führer la posibilidad de declarar que su triunfo se debió a que encontró fallas en la anatomía y en la genética del estadounidense. Claro que después el mismo Hitler se encargó de decirlo.

El bombardero de Detroit, por su parte, estaba frente a la revancha que tanto ansiaba. Y la aprovechó: en el primer asalto derrotó a Schemling, que terminó con dos costillas rotas. Los ecos del triunfo de Louis rebotaron hasta escaparse del espectro deportivo: el que había perdido la pelea no era Schmeling, era Hitler.

Los boxeadores se hicieron grandes amigos pero la guerra los volvió a poner en esquinas distintas. Louis se alistó en el ejército norteamericano y recorrió los campamentos de los aliados para brindar exhibiciones boxísticas; Schmeling fue castigado por Hitler y tuvo que actuar como paracaidista de las tropas alemanas.

El final de esta historia no pudo haber sido peor. Durante el conflicto bélico más sangriento de la historia de la humanidad murieron alrededor de 60 millones de personas, blancas y negras, católicas y judías.

sábado, 7 de julio de 2007

Integrantes

DIEGO BASSETTI

GASTÓN LÓPEZ

MATÍAS SCILABRA

XAVIER ARANZANA